Hace un par de años fui con mi hijo a un cajero temprano por la mañana de
Sábado antes de ir para el club. Cuando estábamos por salir, al darnos vuelta
había atrás nuestro un hombre mayor que pasaba los ochenta, humilde que
con un gesto se me acercó amablemente y me pidió que lo ayudara con el cajero
ya que el no lo entendía, aunque estábamos apurados, como siempre, me tomé un
minuto para ayudarlo y nos agradeció muchísimo. Al salir del Banco nos dimos
vuelta con Felipe y el viejo ya no estaba, había desaparecido y Felipe se quedó
impactado. "¿Dónde está?" me dijo. "No sé hijo", le
contesté, "Debe haber sido un ángel". Es el día de hoy que cada tanto
Felipe me dice, "Papá te acordás esa vez que vimos un ángel"
Tengo un amigo por el que tengo un cariño muy especial, es un tipo al que
conocí hace relativamente poco en mi vida, pero lo quiero mucho y en mucho ha
sabido ser un ejemplo para mi, no es un santo sino un hombre común que al fin y
al cabo es de lo que están hechos los santos, y tiene vaivenes emocionales como
cualquiera pero ha sabido enfrentar los problemas que le ha planteado la vida y
se desvive por sus dos hijos a los que les dá prácticamente todo. No carga la
cruz mas pesada de todas pero una cosa puedo decir y es que no ha tenido una vida
fácil en general.
Hace algunos días junto a otros amigos del ámbito laboral tuvimos la
oportunidad de compartir un viaje de trabajo con Carlitos, mi amigo. En ese
viaje como muchas veces comenzamos tertulias interminables sobre nuestro
trabajo y que cosas pueden hacerse para mejorarlo, en una de las tantas salidas
a la calle para "echar humo" como dice mi amigo, y conversando sobre
lo que viene, sus ideas, las mias y como veíamos el año, el sector... en fin
como suele pasar siempre, dos trasnochados intentando arreglar el mundo, se nos
acercó un chico, un flaco, un "vaguito" de no mas de 25 años al que
se lo notaba medio borracho y con la nariz rota de haber cobrado alguna vez un
regio piñón. Mi primera reacción fue la de cualquiera, instintivamente me puse
alerta, no nos había terminado de pedir una moneda para comprar comida que yo
ya había dicho que no tenía tres veces (... y para el gallo faltaban como ocho
horas) lo increíble era que mientras tanto me tintineaba el bolsillo del cambio
que tenía. Pero me sorprendió la reacción de Carlos, lo primero que le dijo
fue: ¡Como te dejaron la nariz negrito! ¿te pegaron? y metiendo la mano en el
bolsillo sacó unos pesos, que se que no le sobraban y se los dio, después le
dio un beso y le dijo: "Tomá, vas a ver que todo va a andar mejor".
El flaco se me quedó mirando como diciendo "y vos para mi que
tenés?" y yo solo atiné a decirle: "Disculpá no tengo nada".
El flaco me dio un beso a mi también y se fue.
Carlitos me miró y le brillaban los ojos y me dice: "Viste eso! Son
ángeles que te manda la virgen, te los pone enfrente para ver como
reaccionás".
Volvimos al salón a donde estábamos comiendo y subí las escaleras pensando
que mi amigo tenía razón en muchas cosas y en otras se equivocaba también pero
en este caso me había dado a mi que soy el clásico católico practicante una
lección sobre lo que se denomina un hombre de fe.
Tiene razón el petiso, Dios te pone en el camino todo el tiempo situaciones
en las que quiere verte actuar como nos enseño, como el buen samaritano que no
le preguntó al necesitado ni de donde era ni que había hecho para estar como
estaba, simplemente lo ayudó, sin juzgar porque juzgar es pecar, pecar de
soberbio y la soberbia es la madre de todos los pecados.
Llegué a la mesa habiendo convertido mi cara de incredulidad en una sonrisa
de fe renovada, me hizo feliz lo que había pasado y me hizo feliz saber que mi
amigo tiene sus propios ángeles, buena falta le hacen, es bueno saber que puede
contar con ellos, con los ángeles de Charly.
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