viernes, 7 de marzo de 2014

Los ángeles de Charly

Hace un par de años fui con mi hijo a un cajero temprano por la mañana de Sábado antes de ir para el club. Cuando estábamos por salir, al darnos vuelta había atrás nuestro un hombre mayor que pasaba los  ochenta, humilde que con un gesto se me acercó amablemente y me pidió que lo ayudara con el cajero ya que el no lo entendía, aunque estábamos apurados, como siempre, me tomé un minuto para ayudarlo y nos agradeció muchísimo. Al salir del Banco nos dimos vuelta con Felipe y el viejo ya no estaba, había desaparecido y Felipe se quedó impactado. "¿Dónde está?" me dijo. "No sé hijo", le contesté, "Debe haber sido un ángel". Es el día de hoy que cada tanto Felipe me dice, "Papá te acordás esa vez que vimos un ángel"
Tengo un amigo por el que tengo un cariño muy especial, es un tipo al que conocí hace relativamente poco en mi vida, pero lo quiero mucho y en mucho ha sabido ser un ejemplo para mi, no es un santo sino un hombre común que al fin y al cabo es de lo que están hechos los santos, y tiene vaivenes emocionales como cualquiera pero ha sabido enfrentar los problemas que le ha planteado la vida y se desvive por sus dos hijos a los que les dá prácticamente todo. No carga la cruz mas pesada de todas pero una cosa puedo decir y es que no ha tenido una vida fácil en general.

Hace algunos días junto a otros amigos del ámbito laboral tuvimos la oportunidad de compartir un viaje de trabajo con Carlitos, mi amigo. En ese viaje como muchas veces comenzamos tertulias interminables sobre nuestro trabajo y que cosas pueden hacerse para mejorarlo, en una de las tantas salidas a la calle para "echar humo" como dice mi amigo, y conversando sobre lo que viene, sus ideas, las mias y como veíamos el año, el sector... en fin como suele pasar siempre, dos trasnochados intentando arreglar el mundo, se nos acercó un chico, un flaco, un "vaguito" de no mas de 25 años al que se lo notaba medio borracho y con la nariz rota de haber cobrado alguna vez un regio piñón. Mi primera reacción fue la de cualquiera, instintivamente me puse alerta, no nos había terminado de pedir una moneda para comprar comida que yo ya había dicho que no tenía tres veces (... y para el gallo faltaban como ocho horas) lo increíble era que mientras tanto me tintineaba el bolsillo del cambio que tenía. Pero me sorprendió la reacción de Carlos, lo primero que le dijo fue: ¡Como te dejaron la nariz negrito! ¿te pegaron? y metiendo la mano en el bolsillo sacó unos pesos, que se que no le sobraban y se los dio, después le dio un beso y le dijo: "Tomá, vas a ver que todo va a andar mejor". El flaco se me quedó mirando como diciendo "y vos para mi que tenés?" y yo solo atiné a decirle: "Disculpá no tengo nada". El flaco me dio un beso a mi también y se fue.
Carlitos me miró y le brillaban los ojos y me dice: "Viste eso! Son ángeles que te manda la virgen, te los pone enfrente para ver como reaccionás".
Volvimos al salón a donde estábamos comiendo y subí las escaleras pensando que mi amigo tenía razón en muchas cosas y en otras se equivocaba también pero en este caso me había dado a mi que soy el clásico católico practicante una lección sobre lo que se denomina un hombre de fe.
Tiene razón el petiso, Dios te pone en el camino todo el tiempo situaciones en las que quiere verte actuar como nos enseño, como el buen samaritano que no le preguntó al necesitado ni de donde era ni que había hecho para estar como estaba, simplemente lo ayudó, sin juzgar porque juzgar es pecar, pecar de soberbio y la soberbia es la madre de todos los pecados.
Llegué a la mesa habiendo convertido mi cara de incredulidad en una sonrisa de fe renovada, me hizo feliz lo que había pasado y me hizo feliz saber que mi amigo tiene sus propios ángeles, buena falta le hacen, es bueno saber que puede contar con ellos, con los ángeles de Charly.

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